
A finales de los años cuarenta, la industria cinematográfica estadounidense empezó a sufrir una importante crisis. Las políticas mastodónticas del los grandes estudios, que tan habituales fueron en los años treinta con los magnates del celuloide, ya no podían mantenerse por más tiempo. El cine norteamericano empezaba a sufrir un importante descenso de espectadores debido a diversos factores. La sociedad americana había evolucionado en sus formas de esparcimiento, no solo tenían la sala de cine para pasar sus ratos de ocio. La proliferación de los locales nocturnos de baile y sobre todo la llegada de la televisión provocaron el cierre de miles de salas por todo el país. Además, los gustos de los espectadores también habían cambiado. Estos reclamaban historias más realistas, con un mayor contenido social y más acordes con esos tiempos de posguerra. En el cine europeo sí se había producido ese cambio y estilos como el neorrealismo italiano habían calado entre el público. Así, los grandes estudios declararon la guerra a su enemigo número uno, la televisión, intentando ofrecer nuevos formatos como el cinemascope, grandes producciones plagadas de estrellas o la proliferación de cintas en color. Esto aumentaba enormemente los costes de producción, por lo que el descenso de cintas estrenadas anualmente también descendió. Algunas de las celebridades pasaron a formar parte de la nomina de las cadenas televisivas. Muchos autores, tanto noveles como veteranos, empezaron a realizar telefilmes y series que cosecharon gran éxito de audiencias. Se trataba de historias cercanas y sencillas, con pocos costes en la producción pero que trataban temas que interesaban a la sociedad americana. Las pequeñas productoras de cine, al no poder competir con la televisión, realizando grandes producciones o incorporando nuevos formatos por falta de presupuesto, decidieron adaptar a la pantalla grande aquellas obras que habían tenido éxito en la pequeña pantalla. Uno de los ejemplos más significativos de esas adaptaciones fue la película de
Delbert Mann,
Marty en 1955.

Marty nació de la pluma del guionista
Paddy Chayefsky en 1953. La versión televisiva que también la dirigió el propio
Mann, obtuvo bastante éxito en el momento de su emisión, por lo que la productora independiente de
Burt Lancaster y
Harold Hecht adquirió los derechos para el cine. Para la versión cinematográfica mantuvieron el tándem
Chayefsky-Mann pero cambiaron

al protagonista principal,
Rod Steiger en la televisión por
Ernest Borgnine en el cine. Se trataba de una historia sencilla sobre un carnicero del
Bronx llamado
Marty, metido ya en la treintena y que parece destinado a no encontrar pareja. Este, aparte de las dificultades para relacionarse con las mujeres, también tiene que soportar la presión de la familia y de su entorno. Sin embargo, una noche conoce a una mujer con la que comparte la misma sensación de fracaso en el amor y poco a poco comienza a surgir algo entre ellos.
A pesar de tener
Mann un reputado historial en la televisión,
Marty fue su opera prima en el cine y lo cierto es que no pudo empezar con mejor pie. La película se convirtió en un éxito rotundo, acaparando los cuatro
Oscars más importantes y el premio del festival de
Cannes a la mejor película. A pesar de ser una cinta de bajo presupuesto y sin grandes estrellas, el publico conectó enseguida con la historia de ese carnicero bonachón y de esa maestra de escuela tímida que se en

amoran en un
Nueva York de barrio, que parece sacado de las viñetas de
Eisner. Toda la historia está tratada con una sensibilidad apabullante, poniendo de manifiesto temas tan universales para el alma humana como la soledad o el desencanto. Pocas veces hasta este filme, se había podido contemplar la frustración del americano medio y su vida rutinaria en un barrio anodino con esa naturalidad y espontaneidad. Los problemas familiares, los convencionalismos, la vejez o las conductas de la juventud de la época también aparecen reflejados en toda la obra. Sin duda, se trata de un estupendo retrato social de gente corriente que intenta luchar por lograr la felicidad y salir del ostracismo en el que se hayan inmersos.
Aparte de un espectacular
Ernest Borgnine en el papel de
Marty, destaca en sobremanera la actriz
Betsy Blair en el papel de la maestra, curiosamente en un personaje en cierta forma similar al que realizó poco después en la aclamada cinta de
Bardem Calle Mayor. La fotografía es en blanco y negro, y corre a cargo del técnico
Joseph LaShelle mostrándonos un
Nueva York nocturno, sin maquillaje ni adornos.

Desde la televisión, dieron el salto al cine gran cantidad de autores que realizaron una fructífera carrera en la gran pantalla como
Sidney Lumet,
Martin Ritt,
John Frankenheimer o el propio
Delbert Mann. Directores curtidos en el formato televisivo, capaces de rodar rápido y barato, además de saber contar historias cotidianas con trasfondo social. Marty nos remite al mejor cine nacido de la pequeña pantalla, en una época donde se esperaban grandes cosas de ese formato. Una película que devolvió al cine americano el interés por las historias sencillas y realistas. Un filme que demostró que se podía hacer cine de calidad y gran éxito con un corto presupuesto y sin estrellas fulgurantes.
6 comentarios:
No recuerdo haberla visto pero, tras la lectura de tu post, voy a hacerlo.
Ringo dixit
Me da ganas de abrazarte,esta pelicula esta en mi top ten y es que la miro yla vuelvo a mirar y me parece de una grandeza tan verdadera.Y Ernest Borgnine con esa cara de bruto ,pero con esos ojos desprende un calor humano dificil de ver en otras peliculas.Cada dia tenemos mas gusto en comun,que bueno.
Un abrazo
A mi también me gusta mucho está pelicula. Gracias por recordarmela en tan interesante post.
Salutacions!
Fantástico filme y fantástico artículo. De las cosas que nunca olvido de esta película; cuando Marty grita: "soy feo, soy feo" o cuando le endosan a la tía.
Ya ni me acordaba de ella. Soberbio Ernest Borgnine.
Salud.
Hola Ringo te la recomiendo, es una peli entrañable, con una historia sencilla pero muy emotiva...
TSI-NA-PAH está claro que en gustos estamos en sintonía, nos gusta la buena musica y el buen cine...
Oscar un placer recordarte estas grandes obras del cine...
Muchas gracias Cuchillo por visitarme y me alegro que te haya gustado el post sobre esta estupenda película...
Me alegro mucho Paula de que estés de vuelta, espero que ya recuperada del todo, como bien dices aquí el bueno de Ernest hace el papel de su vida...
Gracias a los cinco por vuestros comentarios y saludos a todos...
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