En el mundo del espectáculo los grandes protagonistas siempre son los artistas. Está claro que al leer esta primera afirmación pensareis que no me ha costado ningún esfuerzo deducir esto. Y es verdad. Pero hoy no os quiero hablar de lo que normalmente solemos disertar en los blogs, cantantes, canciones, bandas o estilos musicales. Hoy os quiero hablar de algo que rodea al mundo del espectáculo y que es una de las herramientas principales de su difusión. Aparte del formato en el que se impriman las obras de los músicos, ya sea nuestro añorado vinilo, la cinta de casete, el disco compacto o las nuevas tecnologías, ha habido dos formas importantísimas que han utilizado los artistas para hacernos llegar su obra. La más primigenia de todas ha sido la actuación en directo y sin lugar a dudas, hayamos estado o no, a todos nos vienen a la memoria templos de la música que se han convertido en leyendas de este negocio. Seguro que nos acordamos de la CBGB, el Marquee londinense, el Fillmore East de San Francisco, el Whiskey a Go Go de L.A., Woodstock, Newport, Monterrey y un largo etcétera. También la radio ha sido durante la mayor parte del siglo XX y hasta la actualidad la que nos ha hecho bailar, cantar y gozar al ritmo de nuestros artistas favoritos. Me vienen a la memoria la BBC y sus actuaciones en directo en las John Peel Sessions, las emisoras piratas de Londres que pinchaban la música de los nuevos talentos y que les servían de rampa de lanzamiento o las miles de emisoras en Norteamérica con programas que metían en la sangre la música popular a los jóvenes por todo el país. De entre estos últimos un programa destaca sobre los demás. El primero que supo conjugar las actuaciones en directo con las ondas hercianas y que con el paso de los años se ha convertido en toda una institución, The Grand Ole Opry.
The Grand Ole Opry, que se ha venido emitiendo sin interrupción desde 1926, es el programa más antiguo de música en directo. Y parece ser que nació por accidente. La casualidad provocó que en 1926 el director de la emisora WSM de Nashville tomara la decisión en el último instante de sustituir al predicador, que no pudo venir a tiempo, por un violinista local para cubrir la hora de programa. La respuesta en las audiencias fue tan favorable que decidieron que el programa continuase con su propio formato, invitando a nuevos artistas locales a realizar actuaciones en directo. Desde entonces, The Grand Ole Opry ha sido la rampa de lanzamiento de cientos de artistas que cultivan y mantienen el espíritu de la música country en los Estados Unidos. Si pensamos en cualquier artista que tenga que ver con este estilo en los USA, seguro que ha actuado allí. El programa desde su inicio no hizo más que crecer más y más, superando a sus competidores como el Louisiana Hayride o el Wheeling Jamboree de Virginia. En los años treinta, la señal alcanzaba ya a 30 estados y parte de Canadá y la noche de los sábados el programa se alargaba hasta las tres horas de duración. En los años cuarenta, el programa se mudó a la que posteriormente se denomino la catedral del la música country, The Ryman Auditórium. En este recinto de casi 3000 localidades la programación se diversifico incluyendo comedias o bailes vaqueros. Toda esta actividad atrajo a la ciudad de Nashville la industria musical, creándose discográficas y estudios de grabación que la convirtieron en la meca de la música country en el país. En los años cincuenta, llegaron la televisión y la mezcla del country más ortodoxo con el rock and roll. A pesar de que The Grand Ole Opry siempre fue el guardián de la música más genuina y de los valores más conservadores de la música country, poco a poco fue abriéndose a los cambios que experimentaba la sociedad. En las décadas de los cincuenta y los sesenta se introdujeron cambios no exentos de polémica. El uso de la batería, el bajo eléctrico o la amplificación de las guitarras fueron tragos por los que tuvieron que pasar los fans más tradicionales. Actuaciones como la de Elvis con su impúdico movimiento de caderas o la actuación de Gram Parsons con los Byrds con su mezcla de rock y su mensaje Hippie dieron bastante que hablar. A mediados de los años setenta, el programa se muda a un auditorio más grande, con 4400 asientos, el Grand Ole Opry House. El programa continúa en antena en la actualidad, programando tanto a leyendas consagradas como a los nuevos músicos de este estilo genuinamente americano.
Es importante recordar que la leyenda del rock o de la música popular no solo la escriben los artistas con sus músicas, sino también los escenarios donde actúan o los medios de difusión que emplean. Cuando visité Nueva York en 2006 sentí una gran emoción cuando me acerqué al CBGB, que tristemente poco después cerraría sus puertas. Si alguna vez me acerco por Nashville seguro que sentiré lo mismo cuando pase por el auditorio Ryman o el Grand Ole Opry House.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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8 comentarios:
Bravo, bravo y bravo. Hace años que sueño con visitar este lugar. Sabias que James Brown actuó allí por mediación de Porter Wagoner?, eso si que debió ser fuerte.
Has visto "Heart Of Gold" de Neil Young?
He leido New York, y ya me ha entrado la nostalgia...en fín..jajaja
Saludos
Todos los estilos musicales precisan de estos lugares emblemáticos y especiales. Son los santuarios.
Ringo dixit.
Aplausossssss pa tu tremendo post. he flipado. el Grand Ole Opry!!! El santuario del gran Johnny Cash y de tantos y tantos grandes...cuando vallas a Nashville me voy contigo!! salud!!
Gran artículo. Es corriente que estos lugares pasen a ser centros de perigrinación, pero esto no ocurre solo en la música.
- ¿Acaso un buen cineasta no va a Hollywood?
- ¿Acaso el musulmán no n dirección a la Meca?
Muy buen reportaje, si señor!!
Esto es historia con mayusculas. La historia del rock como bien dices no solo se limita a los grupos, son tantas otras cosas las que lo rodean. Lastima que últimamente se este perdiendo todo este romanticismo!
No sabia que el gran James Brown había actuado allí, joder la que se debió montar supongo, en el templo de las tradiciones blancas americanas...jejeje. El documental de Heart of Gold es acojonante, está filmado en la catedral, el Ryman Auditorium, y se respira música por los cuatro costados. Nueva York es así, te engancha de por vida...
Ringo tienes toda la razón, esa era un poco la idea del post, poco a poco escribiré sobre otros lugares emblemáticos que forman parte de la cultura rockera o de la música popular en general.
Txino te avisaré cuando me pira a Nashville, pero aviso, igual no vuelvo!!!! ;)
Shavatt estoy de acuerdo, esto ocurre con las cosas que nos emocionan y la música es una de ellas...
La historia del rock es todo como tu dices Rey, y las leyendas que giran a su alrededor no hacen mas que incrementarla y enriquecerla.
Me alegro que os haya gustado y gracias por vuestros comentarios.
Saludos.
Gran lugar... y aún mejor estilo. Gran abandonado por muchos amantes de la música por ignorancia o desconocimiento.
Milhaud, para eso estamos...para reivindicarlo...
Saludos.
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