viernes, 30 de octubre de 2009

Marty (1955) de Delbert Mann, un canto a la sencillez

A finales de los años cuarenta, la industria cinematográfica estadounidense empezó a sufrir una importante crisis. Las políticas mastodónticas del los grandes estudios, que tan habituales fueron en los años treinta con los magnates del celuloide, ya no podían mantenerse por más tiempo. El cine norteamericano empezaba a sufrir un importante descenso de espectadores debido a diversos factores. La sociedad americana había evolucionado en sus formas de esparcimiento, no solo tenían la sala de cine para pasar sus ratos de ocio. La proliferación de los locales nocturnos de baile y sobre todo la llegada de la televisión provocaron el cierre de miles de salas por todo el país. Además, los gustos de los espectadores también habían cambiado. Estos reclamaban historias más realistas, con un mayor contenido social y más acordes con esos tiempos de posguerra. En el cine europeo sí se había producido ese cambio y estilos como el neorrealismo italiano habían calado entre el público. Así, los grandes estudios declararon la guerra a su enemigo número uno, la televisión, intentando ofrecer nuevos formatos como el cinemascope, grandes producciones plagadas de estrellas o la proliferación de cintas en color. Esto aumentaba enormemente los costes de producción, por lo que el descenso de cintas estrenadas anualmente también descendió. Algunas de las celebridades pasaron a formar parte de la nomina de las cadenas televisivas. Muchos autores, tanto noveles como veteranos, empezaron a realizar telefilmes y series que cosecharon gran éxito de audiencias. Se trataba de historias cercanas y sencillas, con pocos costes en la producción pero que trataban temas que interesaban a la sociedad americana. Las pequeñas productoras de cine, al no poder competir con la televisión, realizando grandes producciones o incorporando nuevos formatos por falta de presupuesto, decidieron adaptar a la pantalla grande aquellas obras que habían tenido éxito en la pequeña pantalla. Uno de los ejemplos más significativos de esas adaptaciones fue la película de Delbert Mann, Marty en 1955.



Marty nació de la pluma del guionista Paddy Chayefsky en 1953. La versión televisiva que también la dirigió el propio Mann, obtuvo bastante éxito en el momento de su emisión, por lo que la productora independiente de Burt Lancaster y Harold Hecht adquirió los derechos para el cine. Para la versión cinematográfica mantuvieron el tándem Chayefsky-Mann pero cambiaron al protagonista principal, Rod Steiger en la televisión por Ernest Borgnine en el cine. Se trataba de una historia sencilla sobre un carnicero del Bronx llamado Marty, metido ya en la treintena y que parece destinado a no encontrar pareja. Este, aparte de las dificultades para relacionarse con las mujeres, también tiene que soportar la presión de la familia y de su entorno. Sin embargo, una noche conoce a una mujer con la que comparte la misma sensación de fracaso en el amor y poco a poco comienza a surgir algo entre ellos.
A pesar de tener Mann un reputado historial en la televisión, Marty fue su opera prima en el cine y lo cierto es que no pudo empezar con mejor pie. La película se convirtió en un éxito rotundo, acaparando los cuatro Oscars más importantes y el premio del festival de Cannes a la mejor película. A pesar de ser una cinta de bajo presupuesto y sin grandes estrellas, el publico conectó enseguida con la historia de ese carnicero bonachón y de esa maestra de escuela tímida que se enamoran en un Nueva York de barrio, que parece sacado de las viñetas de Eisner. Toda la historia está tratada con una sensibilidad apabullante, poniendo de manifiesto temas tan universales para el alma humana como la soledad o el desencanto. Pocas veces hasta este filme, se había podido contemplar la frustración del americano medio y su vida rutinaria en un barrio anodino con esa naturalidad y espontaneidad. Los problemas familiares, los convencionalismos, la vejez o las conductas de la juventud de la época también aparecen reflejados en toda la obra. Sin duda, se trata de un estupendo retrato social de gente corriente que intenta luchar por lograr la felicidad y salir del ostracismo en el que se hayan inmersos.
Aparte de un espectacular Ernest Borgnine en el papel de Marty, destaca en sobremanera la actriz Betsy Blair en el papel de la maestra, curiosamente en un personaje en cierta forma similar al que realizó poco después en la aclamada cinta de Bardem Calle Mayor. La fotografía es en blanco y negro, y corre a cargo del técnico Joseph LaShelle mostrándonos un Nueva York nocturno, sin maquillaje ni adornos.



Desde la televisión, dieron el salto al cine gran cantidad de autores que realizaron una fructífera carrera en la gran pantalla como Sidney Lumet, Martin Ritt, John Frankenheimer o el propio Delbert Mann. Directores curtidos en el formato televisivo, capaces de rodar rápido y barato, además de saber contar historias cotidianas con trasfondo social. Marty nos remite al mejor cine nacido de la pequeña pantalla, en una época donde se esperaban grandes cosas de ese formato. Una película que devolvió al cine americano el interés por las historias sencillas y realistas. Un filme que demostró que se podía hacer cine de calidad y gran éxito con un corto presupuesto y sin estrellas fulgurantes.

6 comentarios:

Ringo dijo...

No recuerdo haberla visto pero, tras la lectura de tu post, voy a hacerlo.
Ringo dixit

TSI-NA-PAH dijo...

Me da ganas de abrazarte,esta pelicula esta en mi top ten y es que la miro yla vuelvo a mirar y me parece de una grandeza tan verdadera.Y Ernest Borgnine con esa cara de bruto ,pero con esos ojos desprende un calor humano dificil de ver en otras peliculas.Cada dia tenemos mas gusto en comun,que bueno.
Un abrazo

Òscar Roig i Carrera dijo...

A mi también me gusta mucho está pelicula. Gracias por recordarmela en tan interesante post.
Salutacions!

Santiago Penagos dijo...

Fantástico filme y fantástico artículo. De las cosas que nunca olvido de esta película; cuando Marty grita: "soy feo, soy feo" o cuando le endosan a la tía.

paulamule dijo...

Ya ni me acordaba de ella. Soberbio Ernest Borgnine.
Salud.

Joxemiel dijo...

Hola Ringo te la recomiendo, es una peli entrañable, con una historia sencilla pero muy emotiva...
TSI-NA-PAH está claro que en gustos estamos en sintonía, nos gusta la buena musica y el buen cine...
Oscar un placer recordarte estas grandes obras del cine...
Muchas gracias Cuchillo por visitarme y me alegro que te haya gustado el post sobre esta estupenda película...
Me alegro mucho Paula de que estés de vuelta, espero que ya recuperada del todo, como bien dices aquí el bueno de Ernest hace el papel de su vida...

Gracias a los cinco por vuestros comentarios y saludos a todos...

 
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